… para … hablar mal de Manuel …

Uno va por la vida teniendo poco, mucho o nada pero… desde que tienes un cargo… casi siempre cambias y cambian contigo.

Ayer platicando con un amigo, funcionario hoy, me decía que desde que «asumió» su cabeza vale, porque compañeros suyos comienzan a ambicionarla y hacen todo por sacarlo, pero además, compañeros le piden empleos pero… otros, que ya ni compañeros eran, que le tenían olvidado, que ni contacto hacían e incluso, ni eran «amigos en facebook» ahora llegaban sonriente con un curriculum bajo el brazo.

Un amigo, diputado, antes amigo a todo tiempo, contactable frecuentemente, ahora, no tiene tiempo para atender su celular, llega a casa cansado de trabajar y si acaso devuelve la llamada a los dos días, tengo suerte si su necesaria «asistente» me toma el teléfono al segundo intento.

Un funcionario, que va de reunión en reunión, es claro que le cambia la vida, las secretarias y choferes pasan a ser parte de su vida… entendible.

El actual alcalde no escapa del contexto.

Sea por lo que sea, su teléfono que siempre lo atendía él, dejó de ser personal y lo tomaba su asistente mientras duró la campaña y este, luego, devolvía la llamada, una a una.

Pero todo cambió cuando Manuel mutó a Alcalde.

El teléfono nunca más lo tomó pues uno lee luego en las Notas de Prensa que se reunió con fulano, firmó tal convenio con tal grupo y es claro que el «nunca lo coge» y seguro, no contesta a su whatsapp.

Manuel mutó y aunque su asistente es «contactable» y los mensajes llegan con un porciento bastante aceptado, es normal, con él y con los otros, que necesarios encuentros quedan en el aire, se posponen o no ocurren y hay que insistir una y otra vez debido a la mala planificación y la burocrácia criolla mal interpretada.

Por otro lado, ciudadanos como yo, sin poder, trabajadores del día a día, creemos que solo el alcalde puede resolver y que la institucionalidad dada en las direcciones del ayuntamiento no funcionan siendo ellas a donde hay que ir para precisamente, resolver, en primara instancia.

Manuel mutó a Alcalde e inmediatamente, como en campaña, se separan los bandos. Unos se vuelven expectantes a lo qué puede hacer esa administración, a quien el personalismo lleva a decir que «el Alcalde», y otros, que tenían sembradas esperanzas, van a verlo a cobrar sus «acciones» de campaña o a tratar de mantener su «status» adquirido en pasadas administraciones e incluso, hay un sector que se cree con el derecho adquirido de ser parte de la empleomania de la Alcaldía «por los siglos de los siglos, amen»

En ese proceso ocurre de todo, desde personas a quienes se les aparta, personas a quienes se les reserva y personas que es el momento de acoger.

Manuel, especificamente Manuel, conoce la ciudad y su gente, es difícil que alguien venga con un cuento de que hizo por El cuando no lo hizo.

En ese camino, tan difícil que es el «cumplir», Manuel ha quedado debiendo a mucha gente y esto hasta cierto punto de vista es comprensible para los que trabajaron esperando algo, pero le ha cumplido a otros.

Algunos caen en el descontento de creer que habia un sombrero grande y cuando llegaron era chiquito, no les sirvió y suman su descontento o desden al no lograr lo esperado.

Los desesperados cunden y en ellos están los que no aguantan y los que se someten a la debida prudencia, siendo de los primeros quienes van a las redes a descargar su descontento a solo meses de haber comenzado el match mientras que el segundo grupo se encierra en la difícil tarea de esperar su turno mientras aplica el Plan B, seguir su vida normal como si el ayer alcanzable amigo Manuel y hoy, Alcalde, no existiera.

A muchos de los desesperados que se quedaron callados les llego su «hora» pero es difícil para quienes no aguantaron y creyeron que declarando en las redes su frustración doblarían al alcalde el minutero les lleve al destino esperado con sus «denuncias».

Hablar mal de Manuel se ha convertido en un deporte. Entre ellos hay de todo, los que por la razón que sea creen en verdad que Manuel no está cumpliendo, los que deben haber sido a esta hora merecedores al menos de la llamada «a devolver» que Manuel no se toma el tiempo de hacer y constituye su principal error, hasta los que van a descargar a las redes sus frustraciones personales o de grupos frente a un alcalde que no cree en botellas.

La obra de Manuel y «su alcaldía» está plagada por adelantos indiscutibles que por desgracia está siendo empañada por la mala comunicación de estos logros junto al descalabro de la recogida de basura que es quien «da la cara» por la ciudad, en compañía de la inexplicable ausencia de la difusión del por qué la ciudad está atrapada entre vertededos con fundas de todos los colores pero de ahí, a usar los micrófonos para descargar, ofender, llenar de rencores, porque el alcalde quitara la botella que tenían desde Juancito o no aceptara los empleos que ellos creen merecer, hay un trecho largo y eso es lo que diferencia a unos y otros de los que hablan mal de Manuel.

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